domingo, 9 de octubre de 2016

Dinámicas familiares, Padres ausentes, ocupados o pasivos, su efecto en los aprendizajes de los hijos






Dinámicas familiares, Padres ausentes, ocupados o pasivos, su efecto en los aprendizajes de los hijos



Los hijos se encuentran con sus antenas bien preparadas para captar la información de todo aquello que les resulte de su interés.

Cuando comienza a interiorizar las dinámicas familiares de alguna manera su percepción del mundo tiende a organizarse bajo la regla de una determinada estructura. La familia es el primer sistema social con el cual los niños interactúan, se relacionan, se afectan y  asocian los aprendizajes.

Así como aprendo en casa, me gestiono en el colegio.

También es conveniente recordar que para los hijos, sus padres son los primeros referentes de cómo es el mundo, y de qué manera aprendo a transitar por este trayecto llamado vida.

¿Qué sucede con los aprendizajes de los hijos, cuando  como padres hemos sido ausentes, ocupados o pasivos?

La modernidad ha llevado a los padres hoy en día a cumplir diversos roles donde la mayor exigencia existe en el ámbito laboral. Muchos de ellos para entregar lo mejor a sus hijos, trabajan largas horas y llegan a casa cansados para establecer un vínculo afectivo de calidad, con los hijos. Muchos de ellos son criados por los abuelos o personas ajenas.
Los hijos no perciben vuestro sacrificio e intención. Ellos en su inconsciente sienten que no son importantes para sus padres y esta tristeza no les permite verse a ellos mismos con amor.


Y experimentan esta experiencia como “abandono” y “rechazo” a la vez. Y esa misma ausencia que percibe  de alguno de sus padres o de ambos, aunque quizás se encuentren presentes, es la que van nutriendo en ellos.
Como un vacío interno.

¿Qué sucede entonces?

Si observamos la naturaleza, que es muy sabia, existen aves donde la paternidad la asumen ambos. Uno cuida y el otro alimenta. Y no se retiran del lado de sus crías hasta que ellos mismos le han guiado hacia cómo volar y cómo encontrar su alimento.

Imagínate entonces lo que sucede cuando un hijo percibe a sus       padres como ausentes o pasivos.

Cómo la canción de Joan Manuel Serrat, se van haciendo camino al  andar.

Siente que algo malo existe en él y que por ello no es amado. Guarda un sentimiento de culpa acompañado de una profunda tristeza interna.

De esa manera aprende a mirarse, a construir su mundo y a percibir la vida.

Recordemos que esta mirada ocurre en la infancia. Momento de la vida en dónde aún el menor no ha aprendido a expresar sus emociones bajo el lenguaje que usamos cómo código de comunicación.

Entonces si la emoción no es percatada por los padres, el niño la guarda en algún lugar de su ser. Experimentando la vida a través de un ensayo error constante, persiguiendo el amor que su corazón anhela.

A través de las caídas se irá levantando y en la medida que aprenda de ciertas situaciones,  las irá incluyendo como recursos internos. Los cuales pueden ser pro activos y en beneficio de su evolución personal, cómo también pueden ser complejos y optar por las dificultades para seguir en esa zona de confort en la cual he aprendido a cuidar de mí

Y aquí podemos encontrar un ámbito positivo como difícil.


¿Qué sucede en el ámbito escolar?

Les costará alcanzar el éxito en base a poco sacrificio. Tendrán que estudiar y exigirse más. El ensayo y error también lo llevarán a este ámbito porque aprenden a “sobrevivir”.

¿Y sabes por qué?

Porque al sentir la ausencia de los padres en él o ella. No es consciente de cuáles son sus recursos internos. Si no logro vincularme con mis padres no puedo observar sus cualidades, entonces no sé para qué soy bueno (a) Ni tampoco logro identificar lo que realmente me gusta.

Y su creatividad no logrará enfocarse y se dispersará. Lo cual puede significar que no llegue a concretar sus sueños por esa falta de fuerza interna.
Dinámica que extenderán incluso al ámbito laboral.

¿Cómo comenzar a reconstruir vínculos afectivos con nuestros hijos?


  • Permítete  hacer las cosas de manera diferente.
  • Que la culpa sea una manifestación positiva para accionar al cambio.
  • Programa tu día y brinda tiempo de calidad a los hijos. Donde tu mundo en esos momentos  sean sólo ellos.
  • Juega con ellos
  •  Crea instancias de compartir en familia, paseos, caminatas, excursiones, etc.
  •  Escúchalos activamente. Lo que ellos te comunican es trascendental para ellos.
  •  Intégralos a las actividades de casa, como por ejemplo cocinar juntos, arreglar algo de casa, asear la casa. Y dale un sentido a las tareas del  hogar.
  •  Abrázalos, menciona cuánto le  amas y que sienta a través de los hechos ese amor. No, otorgándole todo lo que pida sino que preparándole para la vida.
  •  Coloca límites y otorga responsabilidades de acuerdo a su edad
  • Saca a ese niño interno de vez en cuando, ríe has payasadas, baila, canta.     crea dinámicas lúdicas.
  • Descubre y potencia sus intereses puede que allí se encuentre su elección profesional laboral futura.
  •  Y lo más importante de todo, predica siempre desde el ejemplo.
  • Recuerda que con esos lazos de amor estarás dejando un legado a tu descendencia. 

    Por una educación desde el amor
    Claudia Rodríguez Rolin

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